Una feria que me pasó factura (XI)

Una feria que me pasó factura

Unos días después era la feria de Sevilla y yo que estaba pletórica porque mi primera quimio no me había tumbado, porque estaba entrenando y no estaba cansada, mi cuerpo seguía igual que antes y la caída de mi pelo había sido muy normal, llevadera y para nada traumática, tenía ganas de beberme la feria. Eso sí, por dios, que frío pasé a pesar de la peluca y es que sin pelo la sensación de frío que se siente es horrible. Ahí estaba yo monísima de la muerte con mi peluca de camino a la feria. Y no salí uno, ni dos, sino tres días de diversión y celebración en la feria porque estaba pletórica y además más peinada que nunca. Y me calló encima el chaparrón del siglo camino de la feria, pero a mí el chaparrón y el estar chorreando no me iban a parar mis intenciones de quemar la feria así que al rato mi peluca se secó, y para mi asombro me quedó mi pelo artificial igual de monísimo y de peinado que antes. Que corra el rebujito que tengo que entrar en calor, que tengo mucho frío. Así tres días de frío, ya que la feria del año 2016 fue espantosamente fría, a pesar de ello disfruté cada día, asombrada por la fortaleza de mi cuerpo, que hasta el momento no había sufrido las temidas y graves consecuencias de mi primer tratamiento. Al final de la feria, empezó a dolerme la garganta pero no me sentía mal así que hice caso omiso al dolor y pasé varios días con la garganta un poco perjudicada.

El martes por la mañana después de feria tenía cita con mi médico de cabecera, que me facilitaba mis partes de baja para la oficina de desempleo y aprovechando mi visita le comenté el dolor de garganta. Al observarme pudo ver que tenía placas. Uff, me tengo que cuidar que la qimio te deja sin defensas y me avisaron que si en el transcurso del tratamiento de la quimio tenía fiebre tendría que ir a urgencias. Esa misma tarde me tomé la temperatura porque la garganta no paraba de dolerme, y ante mi asombro me alerté al ver que tenía 38 de fiebre. Llamé a mi hermana para avisarle y decirle que iba al Infanta Luisa, porque a pesar de no ser el hospital en el que me tratan iba por mero protocolo, pero que yo me sentía muy bien. Sería cuestión de que me hicieran un análisis y volvería a casa. Quise ir sola porque me encontraba bien pero mi hermana se empeñó en acompañarme.

Después de dos horas esperando en la sala de espera con supuestos pacientes que en apariencia no tenían nada, alguno con tos y sin nada urgente que te obligue ir a urgencias, ya cansada de esperar e indignada por la gente que va a urgencias por simples tonterías, pude entrar en la consulta informándole al médico el motivo de mi consulta. Únicamente iba allí por protocolo, tenía algo de fiebre pero me sentía genial, así que, en cuanto me hiciese el análisis de rigor, me iba para mi casa que ya estaba harta de estar en el hospital. Tras el análisis y un rato de espera el médico con cara de circunstancias me dice. Lo siento en el alma, pero una vez que he visto los resultados de los análisis y habiendo tratado tu caso con el internista del hospitallamento comunicarte que tienes que quedarte ingresada en el hospital. Pero ¿qué me está contando? Si yo estoy genial, como voy a quedarme aquí, si esto con un par de días en mi casa se me pasa.

Explicación por parte del médico

Pues no, el médico me lo explico en términos cotidianos, de forma que lo pudiera entender, me dijo:

- Mira imagínate una guerra, pues los soldados que tendrían que estar en la primera línea de defensa para repeler los ataques del enemigo, de esos, no tienes nada, y en tu situación no te vas ni a la esquina.

Palabras literales del médico. Al final, tanta feria, me ha pasado factura. Claro, y es que al verme tan bien físicamente no piensas que tus defensas sufren mucho y están bajo mínimos, y cualquier infección que para otra persona es algo llevadero, para un enfermo en pleno tratamiento de quimioterapia es una grave situación ya que no tienes defensas para atacar los virus del organismo. Lección aprendida, me cuidaré más y no haré mucho la loca, de acuerdo. La feria me hizo pasar tres días ingresada en el hospital de Infanta Luisa, lugar al que no pudieron venir ninguna de mis amigas ni mi novio por estar todos fatal con la garganta y con virus. Al final todos malos, pero yo mala y además sin defensas.

Me encontraba tan bien físicamente que no era consciente de que la quimio elimina las células cancerígenas, pero también arrasa con tus células benignas. Así pues, solo pudieron venir mis familiares, ya que ellos no estaban enfermos, también mi amiga Mariola que no había estado en la feria y que por tanto no había enfermado y mi amiga Mónica, doctora de dicho hospital en el que estaba ingresada. A Mónica también le había perdido el rastro después de haber dejado de competir. Casualidades de la vida, mi amiga Rosa y Mónica se conocían porque ambas son médicos y por indicaciones de Rosa, castigada sin poder venir a verme, sufriendo los excesos de la feria, pidió a Mónica que me visitara y controlase como iba evolucionando. No, si al final voy a recuperar un montón de amigos a los que no veía gracias a esta situación. Hay que verle a todo el lado positivo y en mi caso así ha sido, amigos que no veía hace siglos aparecieron de nuevo en mi vida. Hasta ese momento y en cuestión de un mes y medio desde que me diagnosticaron el cáncer pude volver a tener contacto con tres amigas a las que había perdido el contacto. Eva, Valle y Mónica.

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