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El cuidado del picc
En esta primera etapa, el picc fue un estorbo, ya que para la higiene diaria de la ducha tenía que tomar precauciones y no podía hacerlo de una forma cómoda y relajada pensando. Cada día en la ducha era una tortura pensando que el picc se me iba a mojar y a infectar. Si éste se te infecta te lo tienen que quitar y tienes que retomar tus sesiones al modo clásico de siempre, es decir, a través de una vía en la vena con los efectos adversos que ya me indicaron. Quería a toda costa mantener el picc durante los seis meses de tratamiento por lo que cuidar mi picc se convirtió en una cuestión primordial. Los primeros días, a falta de otro medio, usé papel film, pero era muy incómodo y en la mayoría de las veces no sé cómo me las ingeniaba que la venda que protegía el picc acababa chorreando con mi consecuente agobio e incertidumbre al pensar que esto era muy peligroso y ello podría provocar la temida infección.
El médico que me realizó la inserción de esta vía fija me indicó que en EEUU y a través de internet, vendían un protector waterproof que me facilitaría mucho algo tan esencial como la ducha diaria. Era una especie de manguito de látex que una vez puesto en el brazo del picc, actuaba como barrera y no dejaba pasar el agua. Decidí comprarlo porque no era algo temporal, era algo con lo que convivir 6 largos meses. Ese manguito me ofrecía también la posibilidad de meterme en la piscina y en el mar, algo impensable sin la utilización de ese protector. Recuerdo como disfruté el primer día en que utilicé dicho protector de una simple ducha, aprovechando toda el agua que caía, cosas tan insignificantes se vuelven en privilegios cuando las circunstancias te impiden hacerlo con normalidad, de modo que normalicé mis duchas con el picc y volvía a disfrutar de las duchas en todo su apogeo. Puede parecer una tontería, pero el protector me facilitó la vida y pude disfrutar del agua durante todo el tiempo del tratamiento. Disfruté en la piscina y en el mar, aunque por pocos instantes, pero no por el picc en sí, sino porque el sol está prohibido durante el tratamiento de quimio, la toxicidad de dicho tratamiento puede manchar la piel, así que la quimio y no el picc me redujo mis momentos de disfrute en la playa y piscina. Cambié mi forma de disfrutar del verano y opté por otras formas de diversión no menos placenteras.
Llegada del campeonato de España de piragüismo
En marzo llegó el campeonato de España de piragüismo, cita a la que no pude faltar y en esta ocasión tuve el privilegio de pasarlo con mi amiga Valle, a la que no veía hace tiempo y a la que, como anteriormente he dicho, he vuelto a recuperar en esta etapa. Pudimos ver juntas a nuestros amigos de la infancia y adolescencia, época en la que ambas competíamos en dicha disciplina y en la que todos los piragüistas éramos una gran familia. Pasamos un día estupendo recordando anécdotas con nuestros amigos que habían vuelto a competir, tal y como yo hice dos años atrás en el que pude recordar que remar es el deporte que me llena, el que me hace sentirme realmente viva, y el que me aporta una sensación de placer y bienestar nada comparable a entrenar en el gimnasio, correr o cualquier otro deporte que haya disfrutado. ¿podré volver a sentir esa sensación de plenitud? Ese día pude comprobar que el paso del tiempo no había mermado la amistad con mis amigos piragüistas de mi infancia y pude sentir todo el cariño y apoyo por parte de todos ellos. Ese día Valle empezó a fraguar un evento bajo mi desconocimiento, evento que luego describiré. Empezó a contactar con todos los piragüistas del club labradores, club en el que competí muchos años, y con algún piragüista del resto de clubs que también formaban parte de la pandilla de piragüistas y liderado por Valle, todos empezaron a coordinar uno de los mejores momentos de mi vida que tuvo lugar días antes de mi operación, pero eso ya lo contaré más tarde.
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