Buscando mejorar mi día a día (XIV)

Buscando mejorar mi día a día

Cada día, durante el transcurso de mi largo tratamiento, era una nueva oportunidad de sentirme bien reencontrándome con mis amigos, quedando con mi familia y celebrar la vida en un sentido amplio. Todos estaban asombrados por la actitud con la que estaba enfrentando esta etapa, y la primera asombrada era yo. Iba al gimnasio y me sentía poderosa, puesto que era una lucha entre los tratamientos agresivos y mi cuerpo, y en mi caso particular, mi cuerpo y mi mente estaban ganando por goleada esta batalla. Como decía, iba al gimnasio con mi pañuelo y con mi venda en el brazo que me protegía el catéter, y a pesar de que me sentía observada por algunas personas que entrenaban porque mi pinta era algo rara, a mí me daba igual esas miradas, porque yo siempre viví ajena al "qué dirán". Yo me sentía orgullosa y feliz por poder ir al gimnasio en pleno tratamiento de quimio. Estuve documentándome sobre el ejercicio y el cáncer y pude saber que el ejercicio es muy beneficioso para pacientes oncológicos y puedo corroborar por mi experiencia que el deporte siempre fue un fiel amigo y en esta ocasión también me acompañó. Hacer deporte me hizo sentirme muy bien, supongo que fue de mucha ayuda, me hizo venirme arriba pensar que, a pesar de estos tratamientos tan agresivos podía seguir entrenando y no sentía los temidos efectos secundarios. Desde aquí hago un llamamiento a todos los pacientes para que se animen a realizar ejercicio, siempre en la medida de las posibilidades de cada uno. No sólo os ayudará a sentiros mejor físicamente, sino que además os aportará la sensación de bienestar mental ya que la positividad en esta situación es clave para sobrellevar tratamientos tan largos. Si el tratamiento te deja tan cansando, intenta al menos andar a diario. Acordaros que el ejercicio es un perfecto aliado en esta enfermedad.

Estaba tan contenta que quería contarle a todo el mundo que esta enfermedad afecta de forma diferente a cada paciente, y sí en mi caso estaba siendo un período feliz. Para todo el mundo el cáncer supone una enfermedad terrible y siempre se asocia con la palabra muerte. Y yo quería cambiar esa idea que todos tenemos de esta enfermedad, quería demostrar que se puede vivir de forma normal y haciendo las mismas cosas de siempre y lo más importante, puedes ser paciente oncológico y no sufrir. Yo no creo que sea un caso excepcional y habrá muchos pacientes que se encuentren genial en su tratamiento. Para que el resto del mundo pudiera verlo me dediqué a hacerme fotos entrenando, fotos con mis amigos en mis salidas, incluso fotos en plena sesión de quimio. Me sentía viva, y afortunada y yo era el ejemplo real de que se puede ser feliz ante una realidad que inicialmente se te presenta como terrible.

Yo era una privilegiada, una paciente oncológica que no tenía síntomas después de cada sesión, que me sentía fuerte, alegre y con ganas de hacer muchas cosas. Contaba con el apoyo y el cariño de muchas personas y pensé que estaba en deuda con otros pacientes que sí sufrían con esta enfermedad. Así decidí iniciar una aventura, una ilusión que hoy sigue intacta y que logra motivarme cada día. Quería aportar mi pequeño grano de arena.

Empecé a investigar sobre el protector que compré en EEUU y que me facilitó mi día a día de forma excepcional, no sólo pude ducharme con normalidad, sino que pude incluso meterme en el mar y en la piscina, algo imposible con un picc. Aluciné el día en el que me metí en el mar, porque cuando tienes limitaciones, cosas que antes hacías de forma habitual y natural ahora se convierten en algo excepcional, para mí meterme en el mar se convertía en un momento especial, un momento para disfrutar, siempre tomando la precaución de hacerlo a últimas horas de la tarde, ya que no te puede dar el sol con la quimio por la fotosensibilidad que produce. Por la experiencia que estaba viviendo, mi obsesión era importarlo a España a toda costa, me parecía impensable que no existiese a pesar de los miles de pacientes con picc que hay, y no paré durante mucho tiempo, nada más y nada menos que 14 meses hasta lograr traer este producto. El día que llegaron me puse a llorar de la alegría y es que el mes que pasé sin protector me agobié tanto en cada ducha y sobre todo pensando que se podía infectar que nadie mejor para saber lo necesario y vital que puede ser tener este protector durante tan largo período. En mi caso lo llevé puesto durante 8 meses, pero hay quienes lo tienen más tiempo. Sabía que con este proyecto de traerlo a España haría la vida más fácil a miles de pacientes, ¿cómo no voy a llorar de la alegría? Habíamos esperado mucho tiempo pero la espera ha merecido la pena.

la busqueda de otro protector

Durante esta búsqueda pude encontrar otro protector, y aunque es sólo válido para la ducha también es una opción más a tener en cuenta para los pacientes. Este otro protector también tuve la suerte de traerlo. Me invadía la sensación del compromiso, tenía que hacer algo y tenía que hacer que mi enfermedad sirviese de algo, sirviese para mejorar a otros pacientes que pasen por lo mismo que yo.

Durante mi enfermedad le dije a mi novio que fuese a Dusseldorf, era la feria internacional de productos sanitarios y queríamos ver personalmente si existía algo para pacientes oncológicos, si había algún protector más o alguna novedad pero lo que vimos era de peor calidad que los protectores encontrados, así que sólo optamos por los dos protectores que realmente aportan la seguridad necesaria a un paciente con necesidades tan especiales como los oncológicos.

Durante este periodo disponía de mucho tiempo libre, tiempo que aproveché desde luego en salir mucho, quedar con mis amigos para un café, incluso salidas nocturnas con mis amigas a tomarnos una copas, sí lo reconozco, creo que durante la quimio no se puede tomar alcohol, pero yo alguna que otra tomé. No me privé de nada, incluso viajé al extranjero. Si pienso en ese verano puedo decir que fue un verano excepcional. Fue uno de los mejores veranos de mi vida en el que me apuntaba a un bombardeo. Ya lo contaré con más detalles pero os puedo adelantar que viajé a Francia, Alicante, Marbella y como siempre a Rota, playa donde mi familia veranea y en la que siempre paso unos días. Y todo eso entre quimio y quimio, ya que los 21 días entre tratamientos dan para mucho.

Sólo hay un pero en el tratamiento, y fue el estado de mi piel, la quimioterapia supuso un deterioro importante, se volvió mucho más fina y sensible. La peor parte se la llevó el cuero cabelludo, mi cabeza era un mar de descamación y de picores, que en combinación con mi peluca era un binomio insoportable. El calor, la peluca y la descamación eran una relación imposible. Me picaba tanto la cabeza que la peluca era insufrible, me rascaba la cabeza y pensaba...la gente se creerá que tengo piojos, cómo voy a tenerlos, sino tengo ni un pelo. Tuve otra búsqueda que hacer, probar productos cosméticos que alivien los efectos secundarios de los tratamientos oncológicos en la piel. Nada mejor que hacer con tanto tiempo libre, disfrutar y buscar todo lo que mejore mi día a día. Mejorar mi piel también se convirtió en una obsesión, ya que la descamación se alargó incluso hasta meses después de terminar mi tratamiento de quimioterapia y no lograba encontrar nada que eliminase estos picores y esta dermatitis en toda la cabeza y que al final se fue extendiendo hacia la cara. Esta fue una larga e intensa búsqueda en la que probé numerosos productos que no mejoraron mi piel, y es que estaba tan deteriorada que no había nada que lo mejorase, si bien tengo que decir que fue de los pocos efectos secundarios que sufría por lo que no puedo quejarme. Los posibles efectos secundarios son tantos que mi descamación era el menor de los efectos.

 

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