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Si ya es por todos conocido la necesidad de usar protección solar a diario para evitar daños, tomar el sol después de haber recibido quimioterapia obliga a redoblar las precauciones. Los tratamientos oncológicos hacen que la piel sea mucho más sensible y reactiva, siendo la fotosensibilidad (sensibilidad a la luz solar) y la hiperpigmentación (oscurecimiento de la dermis por aumento de melanina) algunos de los efectos secundarios más frecuentes en pacientes sometidos a tratamientos oncológicos. Las exposiciones al sol están totalmente contraindicadas y se hace indispensable el uso a diario de una protección solar alta.
Los dermatólogos y oftalmólogos insisten en que los rayos solares son cada vez más dañinos y proteger la piel es importante para prevenir enfermedades cutáneas, cáncer y otros daños irreversibles como arrugas y manchas solares producidas por la degradación de las fibras colágenas así como para las enfermedades de la vista que cursan con degeneración macular. Los rayos UVA envejecen las células de la piel frente a los UVB que tienen más energía que los UVA y dañan al ADN de las células así como a la retina; (esta es la razón de llevar gafas de sol todo el año no solo en verano y filtros para los ojos en el caso de padecer enfermedades degenerativas). El reflejo en determinadas superficies; agua de la piscina, reflejos en el pavimento, hierba, en alta mar, rebotan y son causantes también de una exposición a los rayos UV que no notamos pero que están ahí.
Lo cierto es que tenemos que protegernos de acuerdo con el fototipo de piel que tengamos. Las primeras exposiciones de los fototipos I y II, rubios y pelirrojos nunca deberían bajar del factor de protección 50 y los castaños, del 30; si la piel es muy oscura o negra, se puede comenzar con un factor 15 o 10. La aplicación del protector solar debe hacerse al menos cada hora y media ya que no tendremos una barrera frente al sol pero sí, una protección para la piel. La exposición prolongada a lo largo de los años hace que la piel tenga memoria y acumule manchas de envejecimiento, cambios precancerosos de la piel, áreas llamadas de queratosis actínica así como el envejecimiento prematuro de la piel, pérdida de elasticidad y arrugas. Una persona que ha tomado el sol diez años adelanta una década la calidad de su piel, es decir, que si tiene 40 años parecerá que tiene 50, porque su piel ya tiene las manchas del sol y las arrugas propias de la oxidación celular de la edad.
El protector solar es el único producto universal que todo dermatólogo que se precie estará de acuerdo en que tiene que formar parte de la rutina diaria del cuidado de la piel. El sol también emite radiación ultravioleta en invierno cuando los días son más cortos ya que hasta un 80% de la luz ultravioleta atraviesa las nubes.
El protector solar tiene dos beneficios principales y ambos son muy importantes: en primer lugar, su uso reduce el riesgo de cáncer de piel; y en segundo lugar, los rayos de sol son responsables de entre el 80 y 90% de los rasgos que asociamos al envejecimiento, como líneas de expresión, arrugas, pérdida de elasticidad cutánea y pigmentación.
Como ya hemos indicado anteriormente, la hiperpigmentación es uno de los efectos secundarios de los tratamientos oncológicos, por lo que sol y tratamiento oncológico no son un buen binomio. Hay que evitar las exposiciones prolongadas y usar protección alta a diario para evitar la aparición de manchas oscuras en las zonas más expuestas, como son rostro, escote y manos. En el caso de las zonas sometidas a radioterapia, hay que evitar las exposiciones al sol al menos un año después de finalizar el tratamiento.
La fotosensibilidad es otro de los efectos secundarios más frecuentes provocando un aumento de la sensibilidad de la piel frente a la luz solar que puede provocar eritemas solares, quemaduras solares o erupción. Estos efectos se observan sobre todo en áreas expuestas al sol como la cara, la zona del escote, la nuca, el dorso de las manos y los antebrazos. En algunos casos, tras la fase con eritema la erupción puede desaparecer o dejar una hiperpigmentación residual. En casos más graves se produce una reacción fototóxica.
Factor de protección contra el sol después de quimioterapia
Muchos cosméticos, como productos hidratantes y bases de maquillaje llevan FPS (factor de protección solar), y a menudo existe confusión acerca de si esto ya es suficiente o si, además hay que utilizar un protector adicional. Los expertos recomiendan esta última opción, especialmente a la hora de enfrentarse al sol después de la quimioterapia.
Una parte de la sociedad todavía no tiene claro qué significa el FPS y su valor numérico. El FPS es solo una medida de la capacidad de un protector contra la radiación UVB, que daña las capas externas de la piel contribuyendo a las quemaduras solares. De esta forma, el FPS es un multiplicador teórico del tiempo que una persona puede permanecer al sol sin quemarse, pero es importante que no significa que evite que suceda. Por ejemplo, un factor protección 10 indica que podríamos estar diez veces más al sol que si no tuviésemos dicha crema.
Los protectores solares son hidratantes con una gran concentración de filtros que nos protegen de las radiaciones ultravioletas emitidas por el sol. Los filtros solares pueden ser químicos o físicos, también denominados minerales.
Los primeros absorben los rayos UV, es decir, gastan parte de esa energía en excitarse y el resto lo emiten transformado en calor. Sus texturas son más ligeras, por lo que se absorben mejor y evitan el efecto piel blanquecina, pero pueden ser más irritantes que los físicos o minerales. Este tipo de filtros necesitan un tiempo para asentarse y empezar a interaccionar con nuestra piel. En el listado de ingredientes se pueden encontrar: avobenzone, oxybenzone, PABA, octocrylene.....
Por su parte, los filtros físicos o minerales reflejan o dispersan los rayos UV, es decir que actúan como una capa protectora sobre la piel. El principal problema es que dejan la piel algo blanquecina. Los más utilizados son el óxido de zinc y el dióxido de titanio. En caso de optar por esta opción sólo es necesario esperar a que la crema se absorba bien y los filtros se depositen correctamente sobre nuestra piel.
A las personas con piel sensible puede que les vaya mejor los protectores físicos o minerales que los que contienen filtros químicos, por lo que para los pacientes oncológicos la utilización de filtros físicos o minerales es también la más recomendable.
En Viventíe hemos formulado tres productos con filtros minerales a los que hemos añadido otros activos hidratantes, antioxidantes y antienvejecimiento como ácido hilaurónico, aceite de Jojoba, centella asiática, aloe vera, Vitamina E,... que además de proteger, reparan la piel frente a las radiaciones solares, convirtiéndose en productos de protección y tratamiento para todo tipo de pieles incluso las sensibles y reactivas.
Productos con base hidratante
Con frecuencia, los protectores solares llevan una base hidratante, por ello, es posible que las personas con piel grasa no tengan que utilizar hidratante y protector solar a la vez, con este último puede que sea suficiente. No obstante, en el caso del paciente oncológico la piel suele estar seca y deshidratada, por lo que es recomendable el uso de una base hidratante antes del protector solar.
El protector es el último producto que se aplica antes del maquillaje. Existen protectores solares con color o con efecto buena cara por lo que si así lo preferimos, en función de nuestro gusto personal, podríamos usar el protector solar con color sin usar una base de maquillaje después.
Conviene indicar que la acumulación de productos (hidratante, protector, maquillaje,…) no significa un aumento de efecto protector. En caso de combinar varios productos sobre nuestra piel, se aplica el factor más alto de los aplicados.
En Viventie hemos logrado que las texturas sean de fácil absorción y que el aspecto blanquecino típico de los filtros físicos no sea un inconveniente para utilizar este tipo de protectores más adecuados para pieles sensibles. Tras masajear el producto y lograr su completa absorción no es apreciable esa textura blanquecina.
Son protectores waterproof, es decir, son resistente al agua. Ello no quiere decir que sea a prueba de agua. De hecho, un protector solar etiquetado como resistente al agua solo tiene que mentener su eficacia entre 40 y 80 minutos después de la exposición a condiciones húmedas. Esto significa que es muy importante volver a aplicarse el protector después de nadar o de sudar en exceso.
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