Reencuentros con amigos de la infancia y adolescencia: Mi enfermedad no me detuvo (XIX)

REENCUENTROS CON AMIGOS DE LA INFANCIA Y ADOLESCENCIA

Durante todo el largo tratamiento de esta enfermedad, si algo tuve, fue mucho tiempo, tiempo que aproveché al máximo con mi familia y amigos. Este periodo ha sido esencial para lograr un aprendizaje personal que quizás sólo podría haber alcanzado en una edad avanzada de mi vida, aprendizaje que irrumpe como un alud de nieve que se te viene encima porque ahora eres consciente de que eres un ser mortal. Aprendí a valorar esos pequeños momentos a los que no prestamos importancia por realizarlos de forma ordinaria, momentos que percibimos como cotidianos y que no sentimos con la esencia con la que deberíamos. Desde entonces, el mero hecho de tomar un café con una amiga y charlar de nuestras cosas se ha convertido en un momento especial. Mi enfermedad fue un cumulo de momentos especiales.

En este tiempo sentí la necesidad de reencontrarme con amigos que han sido parte importante de mi vida. El deporte siempre ha formado parte de mi día a día desde pequeña y ese amor por el deporte me aportó numerosos amigos con los que compartía mi pasión. Mi gran pasión fue y lo sigue siendo, el piragüismo. De todos los deportes que he practicado, sin duda es el más duro con diferencia, con el que aprendí desde pequeña el significado del esfuerzo diario y sacrificio si realmente te implicas, quieres competir y quieres conseguir objetivos. Durante esos años, mis compañeros de equipo formaban parte de mi día a día y eramos los mejores amigos. De esa etapa sólo tengo recuerdos de risas, de diversión y de disfrutar a diario de hacer algo que te apasiona. Esa pasión desmesurada por algo no ha vuelto a estar de modo tan presente en toda mi vida hasta el momento de mi enfermedad. De nuevo volví a sentir la pasión por algo, pero en este caso no era pasión por un deporte, esta vez mis ilusiones y sacrificios no se dirigían a llegar primera en una competición. Ahora mi pasión se centraba en algo mucho más importante, quería aferrarme a la vida. Ahora esta pasión se dirige a un proyecto que creo especial y con él puedo aportar mi pequeño grano de arena a pacientes oncológicos, pero ya me detendré en otra ocasión para contaros este proyecto tan motivador e ilusionante.

Después del piragüismo el rugby también formó parte de mis locuras deportivas durante varios años, deporte que practiqué en el CAR Portaceli de Sevilla. Mi afición a este deporte me llevó a conocer a los integrantes de ese equipo con el que mis amigas y yo formaríamos una pandilla sensacional durante años, no sólo eran nuestros amigos, ya que se formaron algunas parejas, nos llevábamos muy bien y siempre íbamos juntos. Salíamos siempre los fines de semana, viajábamos juntos cuando salían a competir a otras ciudades y nos hicimos amigos inseparables. Eramos un grupo que salíamos mucho, los fines de semana eran una locura de dormir muy poco y salir mucho. Después de los partidos lo mejor era el llamado tercer tiempo, en el que era obligado comer y beber juntos hasta la noche.

Durante este tiempo tienes mucho tiempo para pensar, y pensaba en mi época de piragüismo, en mi época de rugby, y en lo feliz que fui con mis amigos. Sentí la necesidad de no conformarme con los recuerdos, quería volver a verlos, así que un fin de semana de ese verano viajé a Vejer de la Frontera con mi novio, uno de los pueblos blancos de la provincia de Cádiz que recomiendo a cualquiera para pasar unos días en un entorno único. Cerca de ese pueblo están las playas del Palmar y las playas de la Barrosa, en Chiclana, playa en la que veranean dos de mis amigos de Rugby, así que sin avisarles, me presenté por la noche y pude pasar con ellos y sus familias una noche genial. De esa época mi amiga Juana se trasladó por motivos de trabajo a México, pero incluso a ella he podido ver en varias ocasiones durante mi enfermedad cuando ha viajado a Sevilla.

Reviviendo mis recuerdos

He aprendido que por dejadez, pensando que.... ya nos veremos, ya te llamaré..., pero al finas vas dejando la llamada y no ves a tus amigos que han sido parte esencial de tu vida, y con quien has compartido momentos inolvidables. No quería dejar pasar la ocasión de verlos de nuevo. Este período ha sido algo extraordinario, y lejos de hacer que fuera una pesadilla, opté por reencontrarme con amigos que en su día llenaron mis días de alegría, y ahora en plena enfermedad sentía que tenía que verlos. El tiempo ya no era excusa, ya que esa es la excusa que siempre argumentamos cuando en realidad si quieres ver a alguien harías lo imposible por hacerlo. No sé si inconscientemente hice todo esto porque pensé que quizás no los vería a ver jamás y sentí que no podía dejar este mundo sin volver a disfrutar con las personas importantes de mi vida, con amigos de verdad.

Con respecto a los amigos de piragua, con ellos sí que tuve un reencuentro muy muy especial, sin duda el momento más emotivo de mi enfermedad y quizás de toda mi vida. Este momento se merece otro capítulo de esta historia denominada Reencuentro con la felicidad.

Comentarios (0)

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso.