Mis días en el hospital tras la intervención quirúrgica (XXII)

MIS DÍAS EN EL HOSPITAL TRAS LA INTERVENCIÓN QUIRÚRGICA

Llegó el día de la operación, el primer paso importante del día lo habría logrado, es decir, había conseguido convencer al celador que me dejase bajar por la escalera hasta el quirófano, él por su parte bajaría por el ascensor con la cama, y nos encontraríamos en la puerta del quirófano. Le puse cara de psicópata y accedió a mi petición.

Ahora era uno de los momentos importantes de esta enfermedad, hasta el momento todo me había parecido fácil de llevar, todas las pruebas de diagnóstico con mis temidas máquinas, las sesiones de quimioterapia que me habían dado tregua durante todo el verano. Hoy me enfrentaba a una intervención quirúrgica de la cual no sabía cómo quedaría mi mama afectada. Una vez me encontré con el celador en la antesala del quirófano me metí en la cama y me llevó al quirófano. Recuerdo que hacía mucho frío, había varias personas, entre ellos pude conocer el rostro de la doctora que me vio la primera vez en el Hospital, la cual me trató con mucha empatía y cercanía. Verla de nuevo me tranquilizó. Ya no recuerdo nada más hasta que me llevaron a la sala del despertar. Era una sala grande, a ambos lados de mi cama tenía separadores para no ver a ambos lados ya que era una sala compartida, pero sí veía de frente y pude comprobar que no estaba sola, había más pacientes recién operados. Cuando me desperté empecé a sentirme un poco inquieta, sabía que en pocos minutos me recogerían para llevarme a mi habitación y no tendría más remedio que subirme en el ascensor, "Tierra trágame". No tenía dolores así que mi pensamiento se centraba en el ascensor. Si me llamáis la loca del ascensor no podría más que asentir. Solicité al primero que pasó cerca mía que me llevaran a la habitación, cuanto más tiempo pasara allí menos relajada estaría porque los efectos de la anestesia se irían pasando paulatinamente así que quería irme ya de allí.

Pero no, tuve que esperar un rato. Vaya tela, me van a meter en mi infierno cuando esté totalmente despierta, es decir, me voy a poner como una moto. Cuando pasó un rato, que a mí se me hizo interminable, vino un celador para trasladarme a mi habitación. Cuando me metió en el ascensor cerré los ojos para evitar verme dentro de ese reducido espacio, respiraba profundamente. Me daba igual lo que pensara de mí, supongo que fliparía un poco por mi reacción exagerada, pero cuando estás súper nerviosa y atacada lo que piensen de ti los demás queda en un segundo plano. Por fin escuché el ruido de la apertura de la puerta y de nuevo me relajé. En la habitación estaba mi familia, me encontraba bien y hasta con ganas de guasa. No había ningún paciente más en la habitación así que podía hacer tonterías y no molestar a nadie. Me hice una foto con el gorro verde del quirófano y la subí al Facebook para que mis amigos, que tantas muestras de cariño me dieron pudieran ver que la operación había sido un éxito. Cuando pasó un rato me di cuenta de que tenía los electrodos pegados en diferentes partes del tórax así que decidí quitármelos y pegarme dos de ellos en la frente, a modo de cuernos. Quise hacerme una foto, pero esta no era para Facebook, era demasiado heavy, me quité el gorro verde y con los electrodos en la frente mandé la imagen al grupo de mi familia con el siguiente texto: se cargan todo tipo de dispositivos electrónicos; móviles, tablets, ja, ja. Me encontraba tranquila porque había pasado otra prueba importante dentro de esta larga enfermedad, una cosa menos que ya había pasado y de la cual había salido airosa.

La post operacion

Cuando pasó el efecto de la anestesia y durante los días que estuve ingresada, creo recordar que fueron al menos tres o cuatro, no me dolió el pecho en ninguna ocasión, pero lo que sí me molestaba y dolía era la axila. En la operación me habían quitado nada más y menos que 18 ganglios, de los cuales 7 ya estaban afectados y el dolor era algo habitual pero soportable. Salvo por este dolor, no puedo quejarme de nada más y pude levantarme para ir al baño desde el primer día de la operación. De la intervención de los ganglios salía un drenaje, y eso era lo que me producía el dolor. Mi hermano, como fisioterapeuta que es me obligó a mover los brazos desde el día siguiente de la operación y eso sí que era un autentico suplicio. Me amenazaba con que si no hacía los ejercicios que el me decía el brazo se me quedaría inservible. Levantar hacia arriba el brazo operado era un dolor indescriptible pero sólo pensar en un brazo inútil hacía que el dolor fuese algo necesario si quería que mi brazo mejorase todo lo que pudiera. Para mí, mis brazos son algo fundamental, como piragüista que era, mis brazos son mis armas para entrenar, y a pesar de que el médico me dijo que jamás podría volver a remar, quería poder recuperarlos en la medida de lo posible. Quizás no volverá a remar pero mi brazo tiene que servirme para algo más de adorno. A sufrir toca, me niego a resignarme a quedarme con un brazo sin fuerza. Me tomaré su tiempo pero todo se andará. Llevo haciendo pesas desde los 13 años, es decir, desde que inicié mi andadura compitiendo en piragüismo y digo yo que algo de tanto esfuerzo durante tantos años habrá quedado en mi cuerpo. El tiempo lo dirá y no os adelanto nada, pero puedo decir que los dolores y mi esfuerzo han merecido la pena.

Mis días ingresada pasaron tranquilos, ya los últimos días se me hicieron pesados ya que soy muy nerviosa, pero paseaba por el pasillo de la planta y al menos no estaba todo el día encerrada en la habitación. A diario venían a hacerme las curas de las cicatrices quirúrgicas pero yo no las quise ver. No quería ver cómo había quedado mi mama después de la intervención. Eso lo dejaría para cuando me quitasen los puntos. Ahora mismo estaba tapado y sólo lo descubrían para realizar las curas diarias y yo miraba para otro lado. Pasados unos días me dieron el alta, no me dijeron nada acerca de las recomendaciones acerca de una intervención de mama así que no me puse ni sujetador pensando que sería incompatible con el drenaje que salía de la axila, el cual tuve que tener hasta que pasó unos días más. Por fin fuera del hospital, otra prueba más superada, no ha sido para tanto. Ya sólo queda la Radioterapia, o eso creía yo. 

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