El alta tras la intervención (XXIII)

EL ALTA TRAS LA INTERVENCIÓN

Por fin en casa tras el alta del hospital, me dejaron el drenaje que me salía de la axila operada, tenía una especie de perilla que me colgaba del brazo, el cual me dolía bastante. La mama en sí no me molestaba pero las molestias del brazo eran algo extraordinario. He de decir que desde el inicio de las pruebas y tratamiento de quimio este ha sido el momento más doloroso. Pero al día siguiente de mi alta vinieron mis sobrinos de Alicante a verme así que el estar rodeada de mi familia hizo estos días dolorosos más llevaderos. No quise que el dolor fuese impedimento para hacer mi vida normal, así que para intentar olvidar el dolor de mi brazo salí al día siguiente de mi alta con mis sobrinos, escondía el drenaje bajo la ropa, así que no parecía que estuviese recién operada. Salimos a un centro comercial y a una cena familiar y me acuerdo que durante el trayecto en el coche, en cada badén de la carretera el pecho se movía y el dolor era por momentos insoportable.

Iba sin sujetador porque no me habían indicado nada al darme el alta. Pensé en todo momento que el drenaje que me salía del brazo sería incompatible con un sujetador, así que creo que el dolor era más intenso de lo normal por no tener el pecho sujeto. Uno de los días de cena familiar en casa de mi hermana me sentía fatal y tuve que tumbarme en el sofá porque no aguantaba estar sentada. Como hasta la fecha había estado genial y no estaba acostumbrada al dolor ese día estaba realmente perjudicada, y mis sobrinos creyendo que estaba fingiendo, se reían de mí. Alguien podrá pensar que la enfermedad no es para reírse de quien está enfermo, pero en mi caso la convivencia con tratamientos y pruebas no sólo no supuso un cambio en mi vida, sino que mis días eran más alegres y más intensos y mi familia y amigos así lo percibieron. Yo era la primera que bromeaba con mi aspecto; calva, hinchada, sin cejas, sin pestañas, con un aspecto irreconocible, así que mis sobrinos no me trataron en ningún momento como enferma y yo lo agradecí. Esa noche fui un poco exagerada quejándome, me sentía tan mal que decidí tomarme la temperatura y el termómetro me confirmó que tenía fiebre. Supongo que el cuerpo es sabio y me estaba avisando que necesitaba descanso. No había parado tranquila desde la operación ni un sólo día, así que el cuerpo no dio más de sí, ya tocaba descansar unos días. 

Durante la enfermedad quería aprovechar cada día, pero este ajetreo tan intenso desde el principio de la enfermedad tenía que darme la cara de vez en cuando. Esta era la segunda vez que el cuerpo me avisaba, así que opté por estar tranquila unos días, salí de forma más moderada. El dolor del brazo era cada vez más molesto, y los últimos días anteriores a que me quitaran el drenaje el dolor fue incrementando hasta llegar a sentir como si tuviera un cuerpo extraño clavado en el brazo, lo peor de toda esta etapa ha sido sin duda el brazo, los efectos secundarios de haberme quitado los ganglios.

 El dia de la operación

Llegó el día de mi visita al hospital para quitarme el drenaje, y lo que le llamó la atención a la enfermera fue verme sin sujetador, ya que la prescripción médica tras una intervención de mama es llevar un sujetador compresivo incluso para dormir y yo había hecho todo lo contrario. Al quitarme el drenaje el alivio en el brazo fue inmediato y aunque me seguía doliendo no era nada comparable al que sentí los primeros días. Me quitaron 18 ganglios, un número elevado, así que supongo que el dolor era normal tras una intervención de esa magnitud. El brazo se queda como acolchado, y aunque he recuperado la movilidad de forma total sigue molestándome a diario. Cuando el dolor se convierte en tu acompañante a diario, lo somatizas como algo del día a día y convives con él con normalidad, te adaptas a esta circunstancias y llegas a olvidarte de esa molestia porque ya forma parte de tu cuerpo. No obstante, tras la visita a la enfermera y siguiendo sus prescripciones, me puse un sujetador compresivo, muy agobiante por cierto, que llevé incluso para dormir y ya las molestias fueron a menos. Ya sólo quedaba quitarme los puntos y seguía sin verme como había quedado mi pecho tras la operación porque pensaba que sería algo impactante y quería retrasar el momento de comprobar como quedaría mi aspecto. Ya me enfrentaría a esa realidad en un momento posterior.

Estaba viva después de todo y eso es lo realmente importante. Siempre tienes la opción de reconstrucción así que si eres pragmática, eres plenamente consciente de que las cicatrices, las molestias tras la operación y los efectos secundarios de los tratamientos. Seguir despertándote cada día es la oportunidad que el destino te ofrece y que no puedes malgastar.

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